Publicado el 06 de noviembre del 2022 - Actualizado el 06 de noviembre del 2022
Imagen artículo: 18 Ex Rectores UD invitan a la comunidad a promover la convivencia, en un ámbito de respeto, que respeta y  que se debe respetar

A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA Y LA CIUDADANÍA BOGOTANA

A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA Y LA CIUDADANÍA BOGOTANA

Bogotá, D. C., 4 de noviembre de 2022.  La vida académica de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas se ha visto afectada últimamente por expresiones de protesta realizadas por un grupo de estudiantes y profesores que reclaman del Consejo Superior Universitario la aprobación de un proyecto de reforma del Estatuto General elaborada por la Asamblea Universitaria. Tales manifestaciones, de aparente legitimidad, generan perturbaciones sensibles en el funcionamiento de la Institución y causan serias dificultades para una eficiente prestación del derecho a una educación superior de calidad.

Las actividades de protesta han tomado una ruta errada y peligrosa, dirigiéndose por un camino sin salida, tal y como lo registra la consigna de “reforma o barbarie”, que soporta las acciones de destrucción, intimidación y arrojo que llaman la atención de propios y extraños, y que no pueden pasar desapercibidas porque guardar silencio pudiera asociarse con la cobardía o la complicidad. Hay momentos en que callar no es una opción, ni siquiera de calidad terapéutica. La situación que vive hoy nuestra Institución es una cuestión de mucho más alcance que el claustro universitario; por sus características y contexto trasciende profundamente sus fronteras y significado y, toca las fibras ciudadanas.

Dentro del anterior contexto, un profesor de nuestra Institución, que debiera mostrar una conducta fundamentada en la razón y evidenciada en hechos para servir de base a una argumentación razonada, en debate razonable de intercambio de ideas constructivo y respetuoso con todos los integrantes de la comunidad universitaria, muy especialmente, con alumnos y colegas, decidió declarar públicamente a voz en cuello y de manera inaudita, inadmisible e incomprensible, bien muerto a un colega profesor, durante la toma de la sede de la Aduanilla de Paiba, después de calumniarlo llamándolo públicamente vil negociante de la educación en esta Universidad. Según el referido docente, el profesor Nelson Pérez dedicó toda su vida a negociar, a traficar con la educación, expresando que “menos mal se murió (el profesor Nelson Pérez) porque acabó con ese negocio”. ¡Parece cosa de cuento!

En contraste con las descalificaciones lanzadas sobre el profesor Pérez por parte del profesor orador, hay que recordar que el colega y profesor Nelson Pérez fue representante principal de los profesores en el CSU y murió de COVID 19 en los momentos más duros de la pandemia por lo cual no puede defenderse de las acusaciones proferidas contra él. Hablan por sí mismos los reconocimientos que el Consejo Superior Universitario le rindió en merecido homenaje por su trabajo, por su compromiso con la Universidad y por la seriedad con que abordó las responsabilidades propias del cargo, según consta en las actas de este Organismo. 

Por supuesto, todos los miembros de la comunidad universitaria tienen derecho a tener y expresar apreciaciones divergentes de las del CSU, pero si esas diferencias resultaran de actividades deshonrosas, debido a delitos cometidos por un colega, ese hecho ha debido ser denunciado en su oportunidad, pues no haberlo hecho entonces pudiera convertir hoy en cómplice a quien pretende hacer públicos los hechos de los que pretende acusar a un colega. Más allá de la situación jurídica, declarar bien muerto a un colega que, debido a su condición de difunto, no puede ejercer el derecho a la defensa es grotesco, cobarde e inaceptable, por decir lo menos.

Acciones delirantes, descontextualizadas y tardías, como las descritas, convierten el debate civilizado y respetuoso que debemos adelantar sobre nuestra Universidad en un albañal que no permite ningún planteamiento argumental y mucho menos la solución de problemas que requieren ser resueltos de manera urgente, como lo reconoce la mayoría de la comunidad universitaria. Corremos el grave riesgo de instituir el peligroso argumento de que un adversario, cualquiera que sea, es mejor muerto: la eliminación física del opositor. Grave.

Los discursos de tenor necrológico tienen cierta relación desagradable con lo escatológico que es extraño y debe ser lejano al ambiente universitario.

De otra parte, el pasado martes 1º de noviembre, una reunión de trabajo en la que participaban miembros de la Administración y del Consejo Superior Universitario fue interrumpida abruptamente por un grupo de estudiantes que, con palabras soeces y comportamientos que no dejaban entrever ninguna intención de intercambiar ideas sobre la Universidad, terminaron por sabotear la reunión y, en una agresión más allá de lo verbal, la representante ad hoc de los estudiantes en el Consejo de la Facultad de Artes escupió al representante de los exrectores ante el Consejo Superior Universitario, acto a todas luces lamentable, condenable, irrespetuoso y humillante, que implica el uso de una especie de argumento líquido, -muy líquido a la manera de Baumann- que pretendió sustituir la argumentación racional, razonable y razonada por la violencia sin argumentos propia de las juventudes nazis. Lo que sigue es la quema física del contradictor diferente en la hoguera.

Reforma o Barbarie es la consigna que el grupo de estudiantes que interrumpieron una reunión de planeación estratégica, que seguramente confundieron con una sesión del Consejo Superior Universitario, si se tienen en cuenta sus reclamos altisonantes y fuera de lugar.

La acción de la estudiante protagonista del escupitajo lastima su condición de ser humano e invalida y desprestigia las ideas que dice defender. Cualquier idea defendida de esa manera pierde fuerza y desacredita a sus promotores; no habla bien de quienes dicen estar interesados en un cambio en la Universidad y significa mala noticia para todos y peor noticia para laciudadanía, que no espera este tipo de hechos bochornosos e indignos de un centro universitario.

En la entrada de la Decanatura de la Facultad del Medio Ambiente y Recursos Naturales fue estampado el siguiente grafiti: “Si la decana nos persigue, vamos a tomar piedras en el asunto”. Y para completar el espectro de la intimidación, circuló una declaración de un grupo ilegal levantado en armas, que sentenció “es momento de llevar esta lucha consciente y organizada a otro nivel, es momento que estas personas que llevan años usando la universidad del pueblo a su antojo se vayan, es momento que nuestra voz sea escuchada es momento para que en Bogotá exista una verdadera universidad que se piense la realidad en que vivimos y le busque soluciones desde una academia construida con el saber popular”.

Los incidentes mencionados son muestra de una situación caracterizada por actitudes rígidas y peligrosas, alejadas de la disposición al diálogo, la construcción de acuerdos a partir de la diferencia y del respeto a otros, todo ello en desmedro de nuestra facultad de pensamiento, transformándose en alimento impropio de nuestras jactancias y volviendo fútil nuestra razón, que es justo la propiedad del ser humano que nos eleva por encima de nuestra naturaleza animal.

No somos ajenos ni indiferentes frente a la situación de la Universidad; somos conscientes de sus múltiples y multidimensionales problemas, tanto administrativos, que son grandes y crecientes, como académicos, que son preocupantes y que reclaman soluciones y acciones urgentes. Sabemos de la necesidad que tenemos todos para enfrentar con sinceridad, franqueza, decisión y compromiso las dificultades acrecentadas por la pandemia COVID 19.

Aún más preocupante es que en la Institución hagan carrera enfermedades seculares de nuestro país, en el que la violencia ha sido un instrumento para dirimir diferencias en desprecio de la sacralidad de la Vida. La violencia, como cáncer social, está haciendo metástasis entre nosotros y en nuestra Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Es inaplazable la decisión de tomar medidas para detener la cultura de la confrontación violenta y alcanzar una pragmática de la acción comunicativa y la construcción de una sociedad en mayor armonía.

Si la inconformidad justifica las tropelías, entonces, como siempre habrá inconformes, siempre habrá desafueros. Esa era la forma de razonar del duce Benito Mussolini.

Hacemos un llamado a la Administración, y en particular al rector de la Universidad, para que se tomen medidas urgentes a fin de impedir el crecimiento de estas modalidades de “diálogo polarizado, cerrado y bárbaro” que, más que otra cosa son formas intimidatorias contrarias a la formación en democracia que debe ser realidad cotidiana en el ámbito universitario de la no violencia, de la disposición a construir, del respeto a las reglas que nos permiten convivir y de los valores y principios que nos permiten controvertir y construir la paz. La democracia no puede ser entendida como una forma de gobierno de quien tiene el fusil, el mejor megáfono o quien escupe más lejos. Es necesario adoptar un lenguaje, no solo verbal, que invite a respetarnos para la sostenibilidad, la equidad y para la construcción de una sociedad justa y abierta para todos.

Invitamos a la Administración a promover la convivencia para evitar acciones que muestren que no estamos dispuestos a tolerar la violencia como medio de intimidación para conseguir objetivos de cualquier orden. La Universidad es un ámbito de respeto, que respeta y que, por ello mismo, se debe respetar.

Firman: Fabio Lozano Santos, Lombardo Rodríguez López, Juan Enrique Niño Guarín, Marco Antonio Pinzón Castiblanco, Orlando Santamaría Vergara, María Elvira Rodríguez Luna, Roberto Vergara Portela, Cecilio Abdala Petro, Fernán Macías Sanabria, Emigdio Jarma Barros, Germán Ordoñez Pinzón, Inocencio Bahamón Calderón, Carlos Javier Mosquera, Luis Alfonso Ramírez Peña, William Klinger Brahan, Álvaro Betancourt Uzcátegui, Germán Méndez Giraldo, Yesid Navas Peñaranda. Exrectores de la Universidad Distrital

Fuente de información:

Foro Abierto del Consejo Superior Universitario
Universidad Distrital Francisco José de Caldas

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